BODA REAL EN GUADALAJARA ESTE SABADO

     Pues sí, no es ninguna broma. Este próximo sábado 9 de junio, estamos todos invitados a una boda real en la ciudad de Guadalajara. Los contrayentes son, ni más ni menos, que S.A.R Don Felipe II, rey de España y Doña Isabel de Valois.
     Me hubiera gustado haber podido publicar antes un artículo acerca de la historia de nuestra capital, de quién eran los Mendoza, la dinastía que tanta importancia tuvo en la historia de España, sobretodo en los siglos XV y XVI y dió tanto lustre a esta ciudad y sobre su monumento más notable, el Palacio del Infantado; todo se andará...
     El caso es que no se podía pasar por alto este especial acontecimiento, que recrea uno de los hechos históricos más importantes sucedidos en Guadalajara, por lo que toca ejercer de cronista "rosa" ¡Quién lo hubiera pensado!

















Vamos primero a presentar a los ilustres contrayentes.
     Del novio, de todos es sabido que fue hijo y heredero de Carlos I de España e Isabel de Portugal, nieto de Juana "la Loca" y Felipe "el Hermoso" y bisnieto de los Reyes Católicos. Nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527 y falleció el 13 de setiembre de 1598 en el Monasterio de El Escorial, la obra que con tanto empeño hizo construir.
     Fue rey de España desde el 15 de enero de 1556 y también de Nápoles y Sicilia, de Portugal y Los Algarves y de Inglaterra e Irlanda durante su matrimonio con María I Tudor.
     Durante su reinado, el Imperio Español alcanzó su máximo apogeo, produciéndose por primera vez en la historia mundial, que un imperio integrara territorios de todos los continentes; de ahí el dicho de que "nunca se ponía el sol". ¡Todo un partidazo!


Felipe II (Tiziano, 1577)

     A Isabel de Valois (Fontainebleau, 13 de abril de 1546 - Aranjuez, 3 de octubre de 1568) la novia, se la conoce quizás algo menos.


     Hija de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis y ahijada de Enrique VIII de Inglaterra, la princesa se crió en la corte francesa rodeada de lujos, donde recibió una exquisita educación.
     En aquella época era normal que desde la cuna, los reyes de Europa comprometieran a sus hijos como una maniobra política más; "bodas de Estado", que se dice.

Enrique II de Francia

Catalina de Médicis

     A los cinco años, Isabel ya estaba comprometida con Eduardo VI de Inglaterra, pero el joven falleció en 1553. Su sustituto, mediante un pacto de estado, pasó a ser el príncipe Carlos, heredero de la corona española y único hijo de Felipe II y de su primera esposa, María Manuela de Portugal.
     En este caso, por el tratado de paz de Cateau-Cambrésis de 1559 entre Francia y España, se estipulaba, además de una serie de pactos políticos y territoriales, el enlace entre Carlos, Príncipe de Asturias y la hija del rey de Francia.
     Pero los problemas de salud del heredero y la reciente viudedad de Felipe II de su segunda esposa, María Tudor, propició que fuera el propio monarca quien desposara a la princesa francesa, también llamada Isabel de la Paz, al haber puesto fin con su matrimonio a los últimos 50 años de guerras entre Francia y España.

BODA POR PODERES EN PARIS
     

     
     El 22 de junio de 1559, con trece años de edad, la joven Isabel contrajo matrimonio en la Catedral de Notre Dame. El rey Felipe II fue representado por Fernando Alvarez de Toledo y Pimentel, el Gran Duque de Alba, que incluso, como un ritual más de las bodas de la época, hubo de tomar simbólicamente el tálamo nupcial.
     A la solemne ceremonia siguió una semana de grades celebraciones que se vieron dramáticamente interrumpidas cuando, en el transcurso de uno de los muchos torneos disputados, la lanza que empuñaba el duque de Mongomery se clavó accidentalmente en el ojo de su oponente, el rey de Francia, padre de la novia, causándole la muerte tras 10 días de agonía.
     Este trágico suceso alteró los planes de Isabel, ya convertida en reina, que hubo de retrasar su viaje a España unos meses, para asistir a las honras fúnebres de su padre y a la proclamación de su hermano, Francisco II, como nuevo rey de Francia.

EL VIAJE DE ISABEL DE VALOIS A ESPAÑA
     A primeros de enero de 1560, seis meses después, Isabel cruzaba los Pirineos acompañada de su séquito, tras atravesar Francia.
     En Roncesvalles la esperaba el Duque del Infantado y su familia, en medio de una gran nevada que les mantuvo unos días alojados en la colegiata hasta que pudieron continuar el largo viaje.


LA BODA REAL EN GUADALAJARA
     Tras casi un mes de viaje a través de Navarra y Aragón, el séquito llegó a Guadalajara el 28 de enero, recibido por la ciudad con un boato nunca visto. La reina recorrió las calles cabalgando bajo un palio de 18 varas, portada cada una por los concejales de la ciudad y arropada por un cortejo compuesto por un gran número de caballeros de la Corte, hasta llegar al Palacio del Infantado, magníficamente engalanado para alojar a la novia y celebrar la boda, donde la recibió su cuñada Doña Juana de Austria.



     Las crónicas, muy meticulosas en la descripción de este acontecimiento, dicen que el Rey, deseoso de conocer a su joven esposa, llegó de incógnito desde Madrid esa misma noche y no pudo evitar atisbar, escondido, para conocer a la joven novia mientras cenaba homenajeada por los duques.
     Tres días después, Isabel conoció a Felipe en el mismo momento de la celebración de la ceremonia, primero con los desposorios (boda civil) en el Salón de Cazadores, y luego el matrimonio religioso, en una ceremonia oficiada por el Arzobispo de Burgos, en el Salón de Linajes, que el tercer duque había transformado en capilla para la ocasión.
     Los novios, como era de esperar, lucían esplendidos. Ella, bellísima, sin haber cumplido aún los catorce años, iba "vestida a la francesa, con saya de tela de plata muy ancha, ropa de lo mismo, gorro de terciopelo negro, con muchas piedras y perlas y por joyel una fabulosa cruz de diamantes". Felipe  llevaba "jubón y calzas blancas cuajadas de oro de canutillo, ropa francesa de terciopelo morado, toda ella llena de oro y muchas piedras preciosas; gorra negra y plumas blancas".
     Dicen que, pese a la diferencia de edad de 20 años que había entre ellos, desde el primer momento surgió una química especial que se mantuvo durante todo su matrimonio.
     Tras la ceremonia se pasó a la comida, muy íntima, reducida sólo a los novios, los padrinos, la hermana del rey, el Duque del Infantado y su hijo, el Duque de Alba, el embajador de Francia, el obispo celebrante y unos cuantos grandes de España.
     Según la costumbre, a continuación los novios se retiraron a una habitación durante unas dos horas, terminando la jornada con un gran baile como colofón del gran día.
 
Boda de Felipe II e Isabel de Valois en el Palacio del Infantado (Plaza de España de Sevilla)

     Al día siguiente, los reyes y su séquito partieron hacia Madrid, pero durante varios días Guadalajara celebró el acontecimiento con grandes fiestas: Corridas de toros, torneos y justas... una fuente en la plaza del Ayuntamiento de la que manaba vino, y comida gratis para todos los vecinos y muchos otros llegados de toda la comarca para participar en los festejos.

OTRAS CURIOSIDADES AL MARGEN DE LA BODA
     
LA VIDA EN LA CORTE
     Instalada la corte en Toledo, la llegada de la joven reina, pese al contraste entre las costumbres alegres y relajadas de su país de origen y la sobriedad de las españolas, Isabel fue feliz e hizo feliz a Felipe II, haciendo que recuperara una juventud que no había tenido ocasión de disfrutar y convirtiéndose en la razón principal de la vida del monarca. No obstante, a Isabel, Toledo le parecía una ciudad triste, aburrida y sucia y animó a su esposo a trasladar la corte a Madrid en 1561, una pequeña villa que tras transformarse en villa y corte, empezó a crecer de manera exponencial en extensión, población y belleza.

Alcázar de Madrid en la época de Carlos I y Felipe II

Madrid, Plaza de la Villa.

     Ya en Madrid, Isabel, una joven culta y refinada, amante de la música (tocaba el órgano, el arpa, la cítara y el clavicordio) y del dibujo, trajo de Italia, como maestra, al mejor pincel femenino del Renacimiento, Sofonisba de Anguissola, que la inmortalizaría a ella y a toda la familia. Gracias a la joven reina, se produjo una leve apertura a las artes y un aire de sofisticación en la oscura corte.


Retratos de Isabel de Valois y Felipe II (S.de Anguissola)

DESCENDENCIA DE FELIPE II E ISABEL DE VALOIS
     Felipe II no consumó el matrimonio con Isabel hasta que consideraron que la jovencísima reina estuviera en condiciones de poder tener hijos, pese a la necesidad de que naciera cuanto antes un sucesor a la corona, dado el lamentable estado de salud del Príncipe Carlos.
     En mayo de 1964 se anunció el primer embarazo de la reina, que terminó a los tres meses en un aborto de gemelas.
     El 12 de agosto de 1966, con 20 años, dió a luz a su primera hija, Isabel Clara Eugenia y el 10 de octubre de 1567 nació Catalina Micaela.


     En octubre de 1568, tras un aborto de 5 meses de gestación del que no se recuperó, la reina falleció a los 22 años de edad.
     Se dice que a Felipe II sólo se le vio llorar un día, exactamente el 3 de octubre de 1568. El rey se retiró durante dos semanas al Monasterio de los Jerónimos, "sin querer recibir a nadie ni ver documento alguno". Luego marchó a El Escorial y guardó luto un año entero.
     Isabel de Valois está enterrada en el Panteón de los Infantes, en la Cripta del Real Monasterio; no en el Panteón Real, junto a su esposo y otras reinas, al no haber llegado a ser madre de rey.


     Pese a que Isabel no le dio a Felipe el ansiado heredero, el rey quiso con devoción a sus dos hijas, tal y como se desprende de la abundante correspondencia que mantuvieron.




     No cabe duda de que los años que el Rey Prudente compartió con su joven esposa francesa, Isabel de la Paz, fueron los más felices de su agitada existencia.

Si quieres saber más de este tema, pincha en los siguiente enlaces:
La familia de Felipe II, documental y debate, 
Las mujeres de Felipe II


     
OTRAS BODAS REALES EN EL PALACIO DEL INFANTADO
     En 1715 también se eligió el Infantado para celebrar la boda de Felipe V, el primer Borbón español, con la italiana Isabel de Farnesio, hija del Gran Duque de Parma.


Felipe V e Isabel de Farnesio (Louis Michael Van Loo. Museo del Prado)

AUTORA: Chon Paricio Gallego

FUENTES Y BIBLIOGRAFIA
“Relaciones históricas de los siglos XVI y XVII” Madrid, 1896
“Diccionario enciclopédico de la provincia de Guadalajara”. José Serrano Belinchón (Ed.AACHE)
“Los escritos de Herrera Casado”
“Las mujeres de Felipe II” (Pilar Queralt, 2011)
“El diamante de la reina” (Mari Pau Domínguez, 2008)
“Isabel de Valois, el gran amor de Felipe II” (Paula Usó)
“Isabel de Valois” (Antonio Martínez Llamas, 2013)
“Isabel de Valois, la joya de Francia” (Pedro Fernández Barbadillo)
“Wikipedia”

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